sábado, 1 de mayo de 2010

MI DULCE PADRE


Y danzaba el sol al contemplarte
en gozo inmenso y en algarabía,
indescriptible sentir en mí tenía
y el gentío supo a tí su amor darte.

Colores hermosos salían por doquier,
el mar tranquilo en suave reverencia
las manos elevadas en triste oración
todo un oasis inundando el corazón.

Y vertiste la magia de tu esencia
se percibía tu luz, tu presencia,
el Espíritu Santo se presentaba
entre la muchedumbre que te aclamaba.

¡ Santo, Santo, Santo de la Sanidad !
Viertes en las almas amor como un alud,
el corazón henchido, suave la mirada
y mi alma triste toda atribulada.

¡ Pudiste enseñarme ese bello sendero
guiando mis pasos con tu dulce amor !

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