miércoles, 10 de noviembre de 2010

HUELLAS



Y la tristeza se apoderaba de mi ser
tenía tanta melancolía que temía fenecer
en un mundo saturado de odio y rencor
pero llegaste a mi vida curando mi dolor.
Y caminaba por la arena de mi mar
rumiando en desconsuelo, llorando sin parar
por tanto desconsuelo que existe en la vida
y yo caminando por la arena sola y perdida.
Pero entre dulce llanto y desconsuelo
senti necesidad de elevar los ojos al cielo
y entre nubes de ilusiones y lontananza
en lo íntimo de mi ser me llegó la esperanza.
¡ Dulce paz sentí en mi interior en un instante !
¡ Y ese aroma de rosas, fresco y fragante !
brisa refrescante, apaciguado el bello mar
y deseando en un remanso este instante estar.
Pero el buen Jesús en su infinito y dulce amor
me tomó entre sus brazos, calmó mi dolor,
sobre la arena se encontraban dos huellas
eran de mi Cristo que me hizo olvidar querellas.
¡ Gracias mi Jesús porque haces menos mis penas
y mis noches mejoras, volviéndolas serenas !